En los años 60, durante un período de gran bienestar en Europa y los Estados Unidos, surgieron movimientos sociales que plantearon nuevas demandas: igualdad de derechos para la mujer, protección del medioambiente, derechos civiles para los homosexuales, etc. Muchos sociólogos interpretaron que estas agendas emergentes eran una consecuencia indirecta del bienestar social y económico: una vez cubiertas las necesidades económicas, las demandas sociales pasaron de ser materialistas a postmaterialistas. En otras palabras, se razonaba que una vez que las sociedades aseguraban su supervivencia material (trabajo, salario, vivienda, ingresos dignos, etc.), empezaban a exigir a los Estados nuevos derechos sociales, centrados menos en lo económico que en la satisfacción de valores culturales…