El avance de la tecnología es cada vez más vertiginoso. La Inteligencia Artificial (en adelante, IA) dejó de ser una promesa del futuro para consolidarse, cada vez más, como una herramienta esencial en nuestra vida cotidiana. Su promesa de agilizar procesos y aumentar la eficiencia también llegó a los tribunales de justicia, donde puede ser una herramienta eficaz para aumentar la celeridad y la eficacia en los procesos judiciales. Sin embargo, este avance plantea importantes desafíos, riesgos y un fuerte componente de responsabilidad ética, que exige un compromiso consciente para garantizar su uso justo y seguro.