Los debates acerca de los posibles efectos nocivos de los dispositivos móviles y las antenas de telefonía celular en la salud de las personas son de larga data. De hecho, en la Argentina los proveedores de los servicios de telecomunicaciones han tenido, históricamente, problemas al momento de instalar sus antenas por esta cuestión. Ahora, con el despliegue mundial de las redes de 5G esta polémica se reaviva, con quema de antenas en Inglaterra y manifestaciones (incluyendo una en Buenos Aires hace unos días) donde se denuncia al espectro electromagnético que ocupa como un supuesto vehículo de transmisión del coronavirus.
Al igual que con las tecnologías celulares anteriores, como las redes 2G, 3G y 4G, las redes 5G dependen de señales transmitidas desde las antenas a los dispositivos mediante ondas de radio que se encuentran en una determinada parte del espectro electromagnético. Entre otras particularidades, 5G utiliza ondas de frecuencia más altas que las redes anteriores, lo que permite que más dispositivos tengan acceso a Internet al mismo tiempo y a velocidades más rápidas. Estas ondas viajan distancias más cortas por lo que se requiere de una mayor cantidad de antenas (a mayor frecuencia, menos cobertura).
Hay varias investigaciones a nivel global que están investigando el impacto de esta tecnología en la biología de la población, y sus conclusiones son seguidas de cerca por distintos organismos como la Icnirp ( Comisión Internacional de Protección contra la Radiación No Ionizante), que asesora a la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, la Icnirp actualizó sus directrices por primera vez en 2 décadas, concluyendo que los niveles de radiación del 5G están muy por debajo del máximo, y que es una tecnología segura.
Cáncer
Consultado por LA NACION, el Dr Santiago Bella, que es vicepresidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica, «esta tecnología no es cancerígena. Hubieron dos publicaciones en el New England Journal of Medicine de tipo observación análisis retrospectivo. Mientras que en la primera no hubo ningún resultado negativo, en la segunda se registró una pequeña alerta con respecto a la radiofrecuencia y los tumores cerebrales y testicular, pero fuera de esta advertencia, que simplemente es una lucecita muy chiquitita amarilla, no hay ninguna otra evidencia».
De todos modos, el especialista aconseja a los usuarios que traten de usar auriculares y que no porten el smartphone en los bolsillos. «Además, hay que tratar de cargarlo en otra habitación».
En la misma línea opina Juan Pablo Cosentino, que es Decano de la Facultad de Ingeniería Universidad Austral, Ingeniero Electrónico, Master en Comunicaciones Móviles por la Universidad Politécnica de Catalunya y experto en temas de Comunicaciones Inalámbricas, IoT e Industria 4.0: «Si bien la IARC-OMS ha catalogado a las ondas electromagnéticas como partes del Grupo 2B, dentro de su escala de «carcinogenicidad», no hay que tener miedo porque, literalmente, esto implica que «no se demuestra ni excluye por completo el riesgo carcinógeno»». Esta categoría incluye muchas otras sustancias tales como pickles, encurtidos, el aloe vera, fabricar muebles de madera e iluminación fluorescente, entre otros». Esta categoría, la 2B, está en tercer lugar de cuatro posibles siendo el primero el «Cancerígeno» y el cuarto no «clasificable en cuanto a su carcinogenicidad en humanos».
De hecho, tomar mate estuvo durante años en el segmento 2A (es decir, potencialmente más cancerígeno que las redes de telefonía móvil), aunque luego la OMS lo recategorizó al nivel 3, un segmento más benigno.
Efectos generales en el cuerpo
«Todas las frecuencias que utiliza 5G pertenecen a la familia de lo que se conoce como «microondas», un conjunto de frecuencias de baja energía y NO Ionizante, es decir, que no es capaz de alterar la estructura de un átomo, como sí lo son los rayos X y los rayos Gamma», explica Cosentinoy agrega que si bien es cierto que la exposición prolongada a radiaciones electromagnéticas puede generar efectos térmicos, no hay evidencia científica de ningún tipo que haga suponer que los efectos de radiaciones de radio o microondas, dentro de los límites establecidos, puedan causar algún tipo de daño a la salud.
Para poder dimensionar el problema sobre el temor de posibles efectos nocivos en la salud, el experto ilustra: «Un teléfono que indica que tiene todas las barras de señal, condiciones óptimas a pocos metros de una antena, está recibiendo -70dBm, que equivalen a 0,0000000001 watts, y si se encuentra muy lejos a condiciones de marginalidad de cobertura, está recibiendo alrededor de -120dB que equivalen a 0,000000000000001 watts. ¿Es momento de pensar qué hacemos bajo una dicroica de 75 watts sin preocuparnos? No».
Coronavirus
Hace algunas semanas, antenas 5G instaladas en Gran Bretaña sufrieron ataques de vandalismo porque comenzó a circular la noticia (falsa) de que el coronavirus se podría propagar a través de estas redes de alguna forma. Sin embargo, tanto la Organización Mundial de la Salud como la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP en sus siglas en inglés) negaron que esto sea verdad.
El mensaje que circula dice que «en Wuhan foco de la epidemia habían (sic) instaladas cerca de 10mil antenas 5G para implantar esta red inteligente en la ciudad, las mismas que hay en todo EEUU junto, el gobierno chino puso a prueba la capacidad receptiva del ADN humano ante esta frecuencia, y mucha gente murió por convulsiones tras recibir el golpe de estas ondas, luego soltaron el «coronavirus» como excusa…». Esta información fue desmentida tanto por la OMS y por otras organizaciones como el Comité científico asesor en radiofrecuencia y salud de España, y el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), de Argentina.
Para Federico Prada, que es Director de la Lic. en Bioinformática y la Lic. en Biotecnología, Profesor Titular e Investigador de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas de la UADE, «si bien hay trabajos que muestran que a nivel in vitro puede haber efectos en varios parámetros celulares, como por ejemplo, la expresión de ciertos genes o algo relacionado con el sistema inmune, los mismos trabajos sugieren que estos resultados deben ser profundizados para ser afirmados».
En este contexto, los proveedores de telecomunicaciones siguen de cerca esta cuestión que gira alrededor de la tecnología 5G. Por ejemplo, desde Telefónica Movistar afirman que «todas las radiobases que utilizamos cumplen con los límites de exposición establecidos por la ICNIRP. De hecho, todas las tecnologías móviles emiten niveles muy bajos en relación con los límites de exposición fijados internacionalmente por dicho organismo».
Débora Slotnisky – La Nación
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