La Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Austral llevó adelante las VII Jornadas de Ciencia Política. La temática elegida para esta edición se centró en «las tensiones entre gobernabilidad e institucionalidad en una democracia constitucional». A la actividad, que se llevó a cabo durante la mañana del jueves 16 de mayo en el Edificio del Molino, concurrieron más de 120 personas de manera presencial y más de 300 de manera virtual.
A modo de introducción, el director de la Escuela de Política, Gobierno y Relaciones Internacionales, Dr. Alfonso Santiago, hizo un balance de los 40 años de democracia y analizó la tensión entre institucionalidad y gobernabilidad que existe tanto en nuestro país como a nivel regional y global: “Llevamos 40 años de continuidad democrática, con un sistema electoral que ha funcionado adecuadamente sin proscripciones y con suficiente transparencia en los resultados finales, más allá de las mejoras que se puedan hacer. Por primera vez en nuestra historia, desde 2003 hasta el 2023, hay 5 presidentes que cumplen por entero su mandato presidencial y se ha podido reformular de manera legítima y consensuada la Constitución en 1994. Llevamos 20 años sin intervenciones federales y más de 20 sin declaraciones de estado de sitio y esto es inédito en nuestra historia”. Por otra parte, Alfonso agregó: “Si estos 40 años dejaron un saldo favorable en materia institucional considero que eso no ocurre en materia de políticas públicas, donde los indicadores económicos, sociales, educativos nos muestran notables fracasos”.
El primer panel, moderado por Sofía Posleman, se denominó «Las tensiones entre gobernabilidad e institucionalidad». La mesa estuvo conformada por los destacados politólogos Manuel Alcántara Sáez , Lourdes Lodi y Martín D’ Alessandro.
“Hay una evidencia clara de que la democracia, en términos de lo que le pedíamos a la democracia hace 40 años o en lo que sostenía Robert Dahl, se está dando. Pero eso se está dando en una sociedad que ha cambiado y ahí entra la idea de una democracia fatigada. Esa idea se basa en tres parámetros: alternancia electoral y participación sostenida, malestar reflejado en encuestas de opinión pública y una crisis de la representación causada por partidos que no generan identificación y la personalización de la política. La política ya no son etiquetas partidistas, sino que son etiquetas con el nombre de una persona”, describió Manuel Alcántara Sáez, profesor emérito de la Universidad de Salamanca y quien fue el encargado de iniciar el panel.
Luego fue el turno de Martín D’ Alessandro, profesor de la UBA y de la Universidad Torcuato Di Tella: “La institucionalidad es una forma de dar previsibilidad a los actos de los gobernantes porque ponen límites o porque estandarizan los comportamientos. En ese sentido, los ciudadanos, los actores económicos, saben qué esperar de la vida social y así planificar. Al mismo tiempo la lucha por el poder a lo largo de la historia suele ser descarnada. Por eso la institucionalidad, la repetición, los patrones recurrentes son indispensables para regular esa lucha. De esa manera se asegura la gobernabilidad y la paz. Sin embargo, la historia de nuestros países nos ha mostrado que más de una vez se ha erosionado la institucionalidad en nombre de la gobernabilidad”.
Por otra parte, D´Alessandro describió cuáles eran los problemas que amenazaban la gobernabilidad. En ese sentido, reflexionó acerca de cuatro falencias: falencias de tipo estructural, es decir, cuando el sistema en su conjunto se ve imposibilitado de proveer bienes públicos por deficiencias de un estado débil e ineficaz; factores de tipo personal como la mediocridad del elenco gobernante para comprender cuales son los problemas más acuciantes de un país y no poder resolverlos; falencias de tipo organizacional a nivel político que imposibiliten el mantenimiento del poder y llevar adelante una agenda; por último falencias de tipo institucional o relacional, es decir, las relaciones entre el poder ejecutivo y el poder legislativo.
El cierre del panel estuvo a cargo de María Lourdes Lodi, doctora en Ciencia Política, y directora del Observatorio Político Electoral de la Universidad Nacional de Rosario: “El riesgo de la ingobernabilidad no está dado por la fortaleza de las instituciones sino por su falta de flexibilidad. Como plantea Jonathan Wolff, las instituciones políticas son las que definen quién consigue qué y quién lo dice. Resuelven las tensiones entre autonomía y autoridad, entre libertad y reglamento. El gran desafío es ir adaptando esas reglas, que son sistemas de incentivos, para ver cómo nos queremos regular hoy en sociedades que son muchos más complejas que aquellas que pensaron los convencionales constituyentes del país. El cambio institucional es algo constitutivo de la democracia”.
El segundo panel se denominó «Los desafíos de la calidad democrática» y estuvo moderado por la magíster Verónica Fiuza. Los integrantes de esa mesa de discusión fueron el fiscal Diego Luciani, el sociólogo Eduardo Fidanza y el director del Observatorio de la Calidad Institucional de la Universidad Austral, Marcelo Bermolén.
El panel fue iniciado por el fiscal Diego Luciani, quien realizó una exposición sobre la corrupción como un atentado a la democracia: “Las instituciones democráticas en Argentina aún no se han afianzado para funcionar como verdaderos contrapesos de los diferentes poderes del Estado. A 40 años de vida democrática no se ha podido desterrar el problema de la corrupción. La corrupción es un atentado contra el Estado de Derecho y la gobernabilidad. Además, la corrupción consolida la pobreza y la desigualdad porque impide la correcta asignación de recursos que se dilapida en manos de los corruptos. Como resultado, se hace imposible garantizar derechos fundamentales para la sociedad”.
Respecto al rol de la Justicia en la lucha contra la corrupción, Luciani afirmó: “Los fiscales debemos cuidar a la ciudadanía de las arbitrariedades y los atropellos. Los fiscales debemos defender los interesas de la sociedad que ve en nosotros la única alternativa de poner fin a los abusos. Por eso, es imprescindible que la justicia cumpla con su deber que se basa en juzgar con rapidez, objetividad, transparencia. Lograr sentencias firmes y ejemplares. Cuando hablamos de corrupción no se puede especular”.
Luego fue el turno del sociólogo Eduardo Fidanza quien habló de la crisis de la confianza en las instituciones: “Estamos en un momento histórico en la historia política argentina porque ha habido un quiebre en las tradiciones políticas que habían dominado la democracia: la corriente republicana y la corriente nacional y popular, representada por el peronismo. En ese sentido, el actual gobierno sería un gobierno iliberal, es decir, un gobierno enfrentado con las tradiciones clásicas de la democracia liberal que representaron los republicanos en estos años. El nuevo gobierno llegó ante todo por el voto de los jóvenes menores de 30 años y también con el voto de los sectores de la clase media y media baja que, en los últimos años, no se vieron representados por el partido que tradicionalmente los representaba, que era el peronismo. Entonces estamos en ese punto de inflexión”.
Por otra parte, Fidanza agregó: “La crisis de la confianza en las instituciones tiene que ver con dos factores: por un lado las élites y las instituciones defraudaron la confianza de la gente y por otro, con un cambio de época y de cultura, por el vertiginoso cambio tecnológico y cultural, el cual tampoco fue captado por las élites”.
El cierre estuvo a cargo de Marcelo Bermolén, director del Observatorio de la Calidad Institucional de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral.
Bermolén dió inicio a su exposición una tesis: ¿Hay una matriz de la política argentina que favorece a la corrupción? “Yo creo que el problema de la argentina no es económico, ni de recursos, sino de calidad institucional. Que la emergencia económica es en realidad una metáfora de la emergencia política que, a su vez, es una metáfora de la incapacidad de la clase política argentina de resolver los problemas de la Nación. Por un lado, una incapacidad para resolver los problemas, pero por otro lado una incapacidad enorme para dañar la institucionalidad. La política ha ido permanente tergiversando a las instituciones en general. Las instituciones no funcionan porque la clase política las va manipulando en beneficio de su proyecto personal de poder”, explicó Bermolén.
Mirá el video completo de las VII Jornadas de Ciencia Política: https://www.youtube.com/watch?v=b4k_scAZjvU