En los últimos años, Argentina ha experimentado un retroceso notable en materia de innovación, un fenómeno que no puede comprenderse sin analizar la regulación vigente de los derechos de propiedad intelectual, particularmente las patentes. Mientras que nuestros vecinos han fortalecido sus políticas para mejorar la competitividad y el dinamismo económico, Argentina sigue anclada a un marco normativo que, en lugar de promover el desarrollo, genera barreras para el crecimiento.