Elogio del lujo

04.05.2024

|

Autor: Carlos Álvarez Teijeiro

El hombre es el animal lujoso”, proclamaba un Nietzsche más dionisiaco que apolíneo con su sagacidad habitual en El nacimiento de la tragedia, un animal que necesita exhibir más de lo que estrictamente garantiza su mera supervivencia, un ser por completo excedentario con respecto a sí mismo, excesivo incluso, un quien tensionado a ir siempre más allá de sí, de sus propios límites, de la tierra de lo obvio y mecánico, de lo predecible y predestinado, un ser libre pues –también lo afirma Nietzsche– “el hombre es el único ser capaz de resistir a un estímulo”, “el ser no fijado” o, mejor aún, el ser cuya única fijación es ir siempre más allá de lo fijo, de cuanto lo esclaviza y lo ata a lo meramente animal, el ser festivo por antonomasia, “el animal que baila” y “cuenta historias”.

Compartir