Pensar el futuro, imaginarlo, predecirlo, diseñarlo, no son sólo abstracciones, sino que requieren de habilidades más complejas, herramientas y metodologías específicas que permitan visibilizar las ideas para ponerlas en el mundo. Por eso la ficción es una poderosa herramienta para la innovación social, ya que nos permite vislumbrar el futuro y las consecuencias potenciales del desarrollo, aun siendo pura ficción. Una forma de comprender verdaderamente los costos humanos de las políticas y las construcciones culturales es escuchar e intercambiar historias. Las historias se han propuesto como una forma de alejarse de los escenarios de «llanura» desarrollados utilizando el enfoque de «ejes de incertidumbre» y crear una perspectiva más rica y profunda del futuro (Schultz, Crews y Lum, 2012). A su vez la narración digital se ha identificado como una forma para que los jóvenes construyan sus identidades y vuelvan a imaginar su futuro (Murakami, 2008).