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―¿Tenés experiencia en el rubro audiovisual? ―me preguntó.
Bajé la mirada y tragué saliva. Me puse a pensar en las horas y horas y horas (porque fueron muchísimas) que pasé grabando y editando. Las horas deslumbrada por películas, series y videoclips. Las horas que habré pasado en YouTube, Instagram y TikTok. Pensé en la cantidad de dinero que le habré hecho gastar a mis papás en instrumentos que, con ocho años, yo quería para poder grabar y editar. Pensé en la cantidad de tiempo que habrá pasado mi familia viendo mis videos caseros (los obligaba, pero ellos lo disfrutaban igual, insistían en que “era muy buena”). Barajé estudiar Cine, pero sentía que me iba a encerrar, que de algún modo me quedaba chica esa carrera. Pensé en cómo lloro viendo los Óscar porque quiero ser ellos: quiero ser desde la que hace entrevistas en la alfombra roja, a la persona que gana un premio Óscar (preferentemente por edición). Lloro también porque pienso que, eventualmente, puedo llegar a ser ellos. Pensé en cómo elegí estudiar Comunicación en la Universidad Austral y cómo (en gran parte) lo decidí porque tenían lo que se llama La Noche de las Estrellas, donde iba a poder subirme a un escenario y recibir premios por un proyecto audiovisual propio. Eso me iba a saciar las ganas (y lo hice pero, como siempre, tengo hambre de más). Pensé en todo el contenido que he subido a redes socia–.
―¿Experiencia escribiendo? ―replicó la mujer. Se ve que tardé demasiado en contestar.
Mi cabeza seguía maquinando. Escribir sé escribir pero, ¿puedo “vender” que escribo? De pequeña escribía (canciones, recetas, cartas, cuentos –ninguno era muy bueno–) y en el colegio me encantaba todo lo que se relacionaba a la literatura, tanto leer, como escribir. En la facultad también disfruto mucho de este tipo de materias. Mi portfolio, sin querer, se conforma de muchísimos textos que hice en estos últimos 3 años: notas, entrevistas, crónicas, perfiles, hasta un guion; nombrá lo que necesites, la Austral me dio cancha para poder hacer todo. Bueno, entonces puedo decirle qu–.
―¿Experiencia en public speaking? ― interrumpió mis pensamientos para cuestionarme ya con un tono impaciente.
Antes de poder abrir la boca se me vinieron flashes de una niña que medía tan solo un metro y que, en todos los eventos que podía, se subía a una mesa para comunicar algo. Desde cantar, bailar, hacer una protesta y agradecer, hasta decir una pavada; podía expresar lo que fuera porque Clarita pertenecía ahí: arriba de la mesa y con todos los ojos puestos en ella. Hoy no me subo a la mesa, pero sí busco hacerme un lugar y conservo las ganas de compartir algo siempre. Se me vinieron flashes de mi yo de cinco años, cuando alineaba a todos mis peluches y les daba clases (no sé ni de qué, pero me encantaba jugar a ser profesora); catorce años después estaba dando clases (reales) como ayudante de cátedra a una audiencia (real), eran alumnos de primer año (de carne hueso, no suavecitos y de felpa), y hasta estaban interesados en lo que les enseñaba. Siempre me apasionó enseña–.
―¿Tenés claro qué es lo que querés? ―me planteó la entrevistadora.
―Sí, pero no ―pude responder finalmente.
Movió la cabeza hacia un costado y asintió, invitándome a que continúe.
Seguí verbalizando.
―Quiero hacer todo. Tengo experiencia en cada uno de los rubros que nombraste, y encima desde chiquita. Es más, tenía tan naturalizado el poder escribir, hacer videos y animarme a hablar en público cuando todo el mundo está callado, que pensé que era algo mundano, que no era nada especial. Siempre pensé que Comunicación era la opción obvia, fácil, lo que todo el mundo estudiaría porque, ¿a quién no le sale naturalmente hacer estas cosas? ¿A quién no le divertiría? Después entendí que hay muchísima gente que no elige esto y que no le divierte en absoluto, que esta fascinación que yo tenía no era normal. Esta fascinación que siento desde chica es porque comunicar es mi vocación, siempre estuvo ahí, pero el mensaje no se terminó de hacer claro hasta que me encontré con el mundo universitario y laboral. Y hoy me puedo reconocer: mis habilidades como comunicadora son tan amplias, que puedo y tengo ganas de hacerlo todo: videos, películas, podcasts, ensayos, notas periodísticas, captions, copies, manifestaciones, coberturas, traducciones, debates, entrevistas, cuentos, presentaciones, preguntas, respuestas; todo esto y mucho más. Así que decime qué necesitás, que yo lo puedo hacer.
Por María Clara Carmona. Estudiante de 4° año de Comunicación.