No existe en el mundo equipo de trabajo que no se haya visto afectado, en mayor o menor medida, por la pandemia y los cambios que el trabajo remoto precipitado provocó en la mayoría de las organizaciones. Y cuando hablamos de equipos hablamos, justamente, de personas. Personas acostumbradas a hacer las cosas de determinada manera, que se vieron obligadas a asumir nuevas metodologías de trabajo en forma más o menos veloz. Personas que tuvieron que recrear sus rutinas familiares. Personas, además, preocupadas por la coyuntura. A todos les (nos) cambiaron las reglas del juego “de la noche a la mañana”, a los líderes, y a todos los colaboradores de una compañía, a los más jóvenes y a los más experimentados.

En medio de esta mutación de paradigma, cambió también la forma de relacionarse. La comunicación interna, que antes fluía casi inadvertida entre reuniones presenciales y pasillos, pasó a estar en el centro de la escena. Al trabajar en forma remota, las instituciones ya no se identifican por sus oficinas, por la formalidad ni por el espacio físico compartido.  Más que nunca, se puso de manifiesto que las organizaciones son redes de colaboradores asociados, estén donde estén, para alcanzar un fin común. Y para organizarse y relacionarse el primer paso es, siempre, comunicarse.

Algunas teorías indican que “en las crisis es necesario sobre comunicar”. Pero tal vez sea mejor poner el foco en la calidad y no en la cantidad. En comunicar con inteligencia y  sentido.

Al comienzo de la pandemia, la prioridad estuvo en escuchar, en contener a las personas y en acercarles información para prevenir la propagación de la enfermedad. Casi en paralelo, la comunicación fue una herramienta fundamental para plantear las nuevas expectativas y marcar los cambios de rumbo. Y, por consiguiente, para gestionar las rápidas transformaciones que se dieron en las organizaciones de todos los tamaños y de todos los sectores. La  gestión de la comunicación interna sirvió para desaprender las estructuras conocidas y aprender a transitar esta nueva realidad.

Tras unos meses de adaptación a nuevas costumbres, algunos equipos ya están hablando de afianzar nuevos valores y procedimientos. ¿Será la generación de identidad y compromiso el rol actual de la comunicación interna? Una buena pregunta, para hacerse una y otra vez a medida que avanza el tiempo, puede ser: “¿De qué forma la comunicación interna debe impactar HOY en los equipos de trabajo?”

Es difícil predecir qué pasará en el futuro. Precisamente por eso, es lógico pensar que la comunicación interna va a ser clave: en contextos volátiles, la comunicación fluida de los líderes hacia sus equipos, y entre colegas, ayuda a mitigar la incertidumbre para poder seguir adelante con el mayor bienestar posible.

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