“Hoy en día, el dolor afecta entre el 20% y el 30% de la población mundial. Es el abuelo que no puede agacharse para jugar con sus nietos, o el costo económico que países como Estados Unidos y Europa destinan a encontrar una solución. Sin embargo, el impacto del dolor va mucho más allá de lo económico: es un desafío diario para millones de personas” nos comenta el doctor Pablo Brumovsky junto al doctor Marcelo Villar, profesores de la Facultad de Ciencias Biomédicas e investigadores del IIMT.

En nuestra Universidad, la investigación juega un rol fundamental en la creación de conocimiento original. «No se entendería el concepto de universidad si no fuera a través de la creación de nuevo saber», explica el doctor Marcelo Villar.

El enfoque de esta investigación es translacional, lo que significa que busca generar avances científicos de alta calidad que eventualmente puedan convertirse en productos, ideas o metodologías aplicables a la salud de las personas. «Nuestro objetivo es claro: colaborar con el bienestar y la calidad de vida de quienes sufren», destacan los investigadores.

Actualmente, el equipo se encuentra estudiando patologías como la ciática y otras alteraciones en la región lumbar que causan compresiones de nervios periféricos o de la médula espinal. Lo emocionante es que estos avances, previamente desarrollados en modelos experimentales, ya están siendo aplicados en humanos.

«Estamos trabajando con una molécula sintética que ha demostrado en laboratorio la capacidad de bloquear el dolor crónico, específicamente el dolor neuropático», detallan Villar y Brumovsky. Este desarrollo ha permitido que el equipo obtenga la autorización de la ANMAT (Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) para iniciar estudios en pacientes humanos.

«Nos llena de orgullo ser uno de los pocos grupos en Argentina que ha logrado avanzar hasta este punto. El hecho de que una molécula desarrollada aquí llegue a los ensayos en humanos, y que pueda tener un impacto tangible, es un verdadero hito para nosotros», afirman con entusiasmo. Este logro no solo marca un avance para la ciencia nacional, sino que posiciona a la Austral como pionera en la investigación sobre el tratamiento del dolor.

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