En un contexto macroeconómico volátil, uno de los retos más acuciantes para los procesos de negociación es lidiar con un aumento generalizado y sostenido de los precios. Los efectos de la inflación se filtran en todos los aspectos de la vida económica y social. Las negociaciones –ya sean entre empresas y clientes, empleadores y empleados, gobiernos y sindicatos, o cualquier otra combinación de actores– se ven inevitablemente afectadas por la realidad inflacionaria. Los contratos se rompen, las cadenas de pagos se cortan y los horizontes de planeamiento se reducen.
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